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La mujer del búfalo blanco, una figura femenina de poder
Uno de los transmisores de esta maravillosa leyenda es Joseph Chasing Horse. Embajador en las Naciones Unidas para el pueblo Lakota Sioux, nunca pierde la oportunidad de relatar esta profecía que actúa como canal de unión entre gran parte de los pueblos indígenas.
Cuenta esta profecía que la mujer del búfalo blanco apareció en nuestro mundo hace ya más de 2.000 años. Fue durante un periodo de gran hambruna, de guerras y desavenencias entre varios pueblos. La historia se inicia con dos jóvenes lakotas, dos guerreros que paseaban con sus flacos caballos buscando algo que cazar, cuando de pronto, vislumbraron en el horizonte una figura femenina envuelta en una luz cálida, en una bruma de fascinantes destellos.
La mujer iba acompañada de un búfalo blanco. Era alta, esbelta y traía un vestido con bordados sagrados, una pluma en el cabello y hojas de salvia en la mano. Era muy hermosa, tanto, que uno de los jóvenes guerreros no dudó un segundo en acercarse a ella con lujuria para poseerla. No obstante, y a antes de que pudiera siquiera tocarle la piel, una nube de gran oscuridad se cernió sobre él dirigiéndole un rayo de fuego. Quedó carbonizado a los pocos segundos.
El otro joven guerrero se arrodilló de inmediato lleno de terror pensando que también iba a correr la misma suerte. Sin embargo, la bella mujer no dudó en acariciar su cabello y hablando su mismo idioma le dijo que era una wakan, una mujer santa que había venido a ayudarles…
El inicio de una nueva era recordando viejas tradiciones
La mujer santa fue recibida con expectación en el pueblo lakota. Le prepararon el mejor tipi y al acomodarla en el interior, la mañana se tornó en crepúsculo y una luz ambarina con destellos rosados envolvió aquellas tierras donde se extendía la hambruna y la miseria. A pesar de ello, la gente intentó ofrecerle lo mejor que tenían: algunas raíces, algunos insectos, hierbas secas y agua fresca.
Tras esto, la mujer del búfalo blanco enseñó al pueblo Lakota a fumar en pipa, le ofreció tabaco de corteza de sauce rojo y les animó a dar vueltas alrededor de las tiendas para honrar al sol, para crear un círculo de fuerza con la vida y dar las gracias. Más tarde, les inició en una serie de prácticas espirituales, modos en los que reverenciar a la naturaleza, orando con las palabras correctas y llevando a cabo ritos ancestrales que el pueblo lakota había largamente olvidado.
Asimismo, les invitó a entonar con ella cánticos para hacer feliz a la Tierra, melodías, versos y entonaciones que debían dirigir a las cuatro direcciones del universo. Les recordó también la importancia de practicar la ceremonia de la pipa de la paz, ahí donde hombres y mujeres debían reunirse para honrar sus almas, para honrar al propio grupo y su unión con el más allá.
La mujer búfalo blanco se despidió después indicándoles que mientras llevaran a cabo todas esas ceremonias sagradas y cuidaran de la Tierra, ella les protegería. Asimismo, y antes de partir, trajo desde el horizonte una extensa manada de búfalos negros. Eran tantos que las montañas se cubrieron de oscuridad y el suelo temblaba bajo sus pies, el mundo bombeaba con fuerza de nuevo ante la llegada de esos animales que suponían al fin y al cabo, la supervivencia para los nativos americanos.
En el momento en que la mujer wacan desapareció, manadas de búfalos se le aparecieron a la gente. Y a partir de ese día, el búfalo le suministró a la gente carne, pieles para su ropa y tipis, y huesos para todas sus herramientas.
La mujer santa los dejó diciendo: Toksha ake wacinyanktin ktelo (que en español significa os veré de nuevo). Un mensaje de contenida esperanza que a día de hoy se repiten muchos lakotas, soñando con un regreso donde esa presencia femenina logre una vez más purificar el mundo, traer armonía, equilibrio y espiritualidad a todas las naciones.
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